martes, 16 de agosto de 2011

# Un buen artículo.





MEMORIA, EQUIDISTANCIA Y RECONCILIACIÓN
Antonio García Santesmases*

Con motivo de una intervención del presidente del Congreso en julio, se ha suscitado un debate acerca de unas palabras de Manuel Azaña pronunciadas en un discurso en plena Guerra Civil, reclamando a las generaciones futuras que recuerden el grito de los muertos que sólo piden paz, piedad y perdón.

Estamos ante uno de los textos de Azaña más citados y menos leídos. Recordemos el momento. Julio de 1938. El Gobierno le pide a Azaña que se dirija a la opinión pública y éste eleva el contenido del debate, se sitúa al final del discurso más allá de la coyuntura inmediata. Comienza narrando lo que, a su juicio, ha ocurrido desde el 18 de julio del 36.

Se ha producido un golpe militar contra el Gobierno legítimo de la República, que no ha triunfado por dos razones: porque una parte del Ejército español se ha mantenido fiel a la República; y porque muchos sectores populares han salido a la calle en defensa de la libertad. Por ello, ante el fracaso del golpe se ha iniciado una guerra civil en la que los golpistas cuentan con el apoyo de la Alemania nazi y de la Italia fascista. Y, a pesar de sus esfuerzos, los gobernantes republicanos no han conseguido convencer a las democracias europeas (a Inglaterra y a Francia) para que apoyen al Gobierno legítimo y no abandonen a su suerte a la República.

En ningún momento el pensamiento y la actitud de Azaña se pueden vincular a una Tercera España equidistante entre los unos y los otros; Azaña se mantiene fiel a su compromiso republicano y a su sentimiento nacional. «…Os permito, tolero, admito que no os importe la República; pero ¡que no os importe España! ¡Que podáis creer que es lícito seguir siendo neutrales cuando España está invadida y en peligro de que pase al dominio de un país extranjero! Eso no puede ser. Esa neutralidad equivale a la traición. Hay que llamarlos a todos, a todos, porque la bandera republicana ha adquirido el valor de la bandera de la independencia española y quien no se agrupe en torno suyo y no preste el auxilio que pueda, donde sea, falta a su deber; no ya a su deber de republicano, sino a su deber de español», dirá en otro de sus discursos.

Así pues, no hay en la actitud de Azaña nada semejante a una equidistancia entre los rebeldes y el Gobierno de la República. Pero, siendo fiel a ese compromiso, fue capaz de percibir el desastre que la guerra había provocado en la nación. Pocos advirtieron como él que había resurgido una cultura cainita, donde anidaban el odio y el miedo, y donde se fomentaba la cultura del exterminio del otro.

Este Azaña, atormentado por lo que estaba ocurriendo, es el que percibimos al leer sus Memorias políticas y de guerra. Las palabras que Bono leyó no se pueden entender como un aval a una equidistancia entre los golpistas y el Gobierno republicano; no hay tal, pero tampoco se puede olvidar que, como dice Garcés (Azaña) en esa gran obra de teatro que es Velada en Benicarló: «Admito, admiro y agradezco el alzamiento popular en defensa de la República. Pero usted no ignora que dentro de él han ocurrido abusos monstruosos. La crueldad, la venganza, hijas del miedo y de la cobardía me avergüenzan».

Cuando su interlocutor le replique que mayores atrocidades comenten los rebeldes, Garcés (Azaña) le contesta: «Pero esto no es una compensación. Ellos son la negación de la ley, nosotros somos el Gobierno, la legitimidad, la república. Una conducta noble, sin otro rigor que el de la justicia, habría robustecido la autoridad de nuestra causa. Yo estaba en Madrid la terrible noche de agosto en que fue asaltada la cárcel y asesinados por una turba furiosa algunas personas conocidas. Yo también hubiera querido morirme aquella noche o que me mataran».

Estamos ante la misma reflexión que Azaña realiza en sus memorias. Sabemos la conmoción que significó para él la muerte de Melquiades Álvarez y cómo deseó presentar su dimisión como presidente de la República, ante lo ocurrido aquella terrible noche de agosto del 36. Quizá por ello tiene más fuerza todavía su compromiso con la causa republicana. Se queda con la República, defiende sus valores, pero es consciente de que se ha incubado un odio que será difícil olvidar.

Las reacciones ante el texto leído por Bono reflejan un gran desconocimiento del pensamiento de Azaña. Un gran desconocimiento de los que tratan de situarlo en una tercera vía, equidistante entre los dos bandos y de los que desconocen que la conciencia de horror fue constante en los republicanos. Azaña, Fernando de los Ríos, Prieto Zugazagoitia; todos eran conscientes de la necesidad de recordar para no olvidar.

Fue tan larga la dictadura de Franco que este legado de los republicanos exiliados se fue perdiendo. Cuando llegó la Transición tampoco se recuperó, por ese deseo de pasar página. Fue tal el uso y el abuso del término nación por la dictadura, que son muchos los que no comprenden que para los republicanos la nación era la nación en armas, que se había manifestado a favor de la bandera republicana y que estaba dispuesta a luchar por defender la independencia de España.

Sería muy deseable volver a leer todo Azaña para recordar que la fidelidad a los valores republicanos no se realizaba desde una concepción ciega ante la barbarie. Azaña no hace como Unamuno y se sitúa frente a los Hunos y los Otros; no se va al exilio como Ortega; se mantiene en su puesto, pero no cierra los ojos. Es capaz de comprender que hay una enfermedad que anida en la conciencia española, que hace que la nación se haya construido en contra de la tolerancia, a favor del exterminio. Y esta es la lección que quiere transmitir a las nuevas generaciones: «Me levanté para decir que no es aceptable una política cuyo propósito sea el exterminio del adversario, exterminio ilícito y además imposible, y que si el odio y el miedo han tomado parte en la incubación de este desastre, habría que disipar el miedo y habría que sobrepasar el odio, porque por mucho que se maten los españoles los unos contra otros, todavía quedarán bastantes que tendrían necesidad de resignarse -si es que éste es el vocablo- a seguir viviendo juntos si ha de seguir viviendo la nación».

Ésta es la clave. Si ha de seguir viviendo la nación es necesario superar la cultura del exterminio. Esto es lo que Franco combatió hasta el final de su dictadura, fundada justamente en la cultura del exterminio. Y esto es lo que la oposición democrática reclamó desde muy pronto: superar la cultura de la violencia, superar el clima de guerra civil, lograr la convivencia con el otro, y afianzar así una cultura de la democracia y de la tolerancia.

Azaña nunca se situó en un limbo de neutralidad moral. Pero fue consciente de que ser republicano no significaba cerrar los ojos ante la barbarie, ni consolarse porque mayor era la represión y la crueldad de los rebeldes, sin comprender que ellos (los republicanos) eran los representantes de la legitimidad, del Gobierno y de la ley. Los sucesos terribles de la retaguardia no le impidieron ser fiel a su compromiso, no le forzaron al silencio o al abandono, ni a la ceguera o al olvido; por ello llamaba a las nuevas generaciones a recordar para impedir la vuelta de la intolerancia, del odio y del apetito de destrucción, haciendo honor así a la lección que transmiten los muertos, que ya sólo quieren paz, piedad y perdón.

*Antonio García Santesmases es catedrático de Filosofía Política de la UNED y miembro de Izquierda Socialista-PSOE.

16 agosto 2011. El Mundo.es

lunes, 15 de agosto de 2011

SeR cada día LXVII.

Escrito en el que se hace un resumen de las publicaciones de esta semana en SeR (Socialistas en Red) ###






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Les presentamos una selección de los escritos de los amigos y compañeros de SeR (Socialistas en Red). Selección acotada entre los días Lunes 8 y Sábado 13 de agosto, ambos inclusive.























jueves, 11 de agosto de 2011

# Seguimos difundiendo.




¿GOBIERNO PATRIÓTICO CON ANTIPATRIOTAS DEL PP?

José Antonio Pérez Tapias, Diputado y miembro de IS-PSOE

El compañero José Bono, presidente del Congreso de los Diputados hasta que el próximo 26 de septiembre, según lo previsto, se disuelvan las Cortes para convocar oficialmente las próximas elecciones generales, se ha dejado caer con una propuesta que bien podemos atribuir a los efectos de alguna insolación que haya sufrido en estos días de estío en los que la calor no perdona ni a quienes llevan bien protegida la cabeza. Con todo el respeto a quien preside los debates en el hemiciclo, y con toda mi lealtad fraterna hacia quien ocupa tan alto rango, no sólo en las instituciones del Estado, sino en el partido en el que juntos militamos, el compañero Bono me va a permitir que disienta de la propuesta que ha lanzado a bombo y platillo a los medios de comunicación acerca de la posibilidad de un "gobierno patriótico" constituido por PSOE y PP (o por PP y PSOE, que puede que el orden de los factores sí altere el producto).

Tan chocante propuesta, que se pretende justificada por la acuciante necesidad de hacer frente a la crisis que no cesa, es aún más chocante por cuanto la expone quien ocupa tan alta magistratura sin considerar que cualquier futura coalición de gobierno, en el caso del PSOE, es asunto sobre el que tendrá palabra especial que decir Alfredo Pérez Rubalcaba, a la sazón candidato socialista, sobre el que no deben pesar más condicionantes que los que la difícil situación política y la grave coyuntura económica ya suponen.

Proponer un "gobierno patriótico" con el PP es una fórmula cuando menos de mal gusto toda vez que el PP está destacando en los últimos tiempos por todo menos por patriotismo. ¿En qué patriotismo está pensando el compañero Bono? ¿En el patriotismo de quienes nada ayudan para salir de la crisis, sino todo lo contrario, como muestran sus declaraciones sobre la economía española dentro y fuera del país -véase desde Aznar hasta Montoro cuando abren el pico-? ¿O quizá esté pensando en el patriotismo de quienes no han hecho otra cosa que cálculos electorales y, como Rajoy, no saben, no contestan en lo que se refiere a los graves asuntos que afronta la sociedad española? ¿O será en el patriotismo de quienes infamia tras infamia no han hecho sino explotar el "caso Faisán", rompiendo el pacto antiterrorista y tratando de empañar la hoja de servicios en la lucha contra ETA de quien ha sido brillante ministro del Interior del gobierno de Zapatero? ¿O será, por ir a lo último, que tiene en mente el patriotismo de quienes juguetean pidiendo otro adelanto electoral, aliándose con los mismos especuladores que nos acosan? ¿O es, en definitiva, el patriotismo de quienes han amparado a corruptos y de quienes han promovido a un procesado al Consejo Consultivo de la Comunidad Valenciana?

No puede ser que el presidente del Congreso esté pensando en ese patriotismo del PP, que en verdad es antipatriotismo, dada la deslealtad institucional con la que viene actuando el partido representativa de la derecha española. ¿Cómo entonces propone un pacto para un gobierno patriótico del PSOE con esa derecha españolista, nacional-católica, imbuida de afanes de dominio y tan escasamente democrática. como día a día podemos comprobar? Habrá que pensar que el compañero Bono no lo ha sopesado bien, que las buenas intenciones en ofrecer fórmulas para transmitir credibilidad a la ciudadanía y confianza a los mercados le han jugado una mala pasada. El PP, por su parte, ni ha querido ni quiere un pacto con el PSOE. Más bien lo que quiere es barrernos a los socialistas del mapa político cuanto más, mejor. ¿A qué, entonces, una propuesta extemporánea a título individual que supondría tragarnos sapos y culebras sin fin, todos los que nos suministran y nos suministrarían quienes abominan de derechos laborales, de autonomías, de lo público, de igualdad, de políticas de inclusión, de memoria histórica, etc., etc.?

Hablar ahora en esos términos de pacto con el PP es darle la razón en lo que sus más destacados líderes y lideresas vienen diciendo con tan altas dosis de demagogia, populismo y cinismo como de continuo muestran. Si en el futuro se tiene que pactar, hay otras posibilidades, más productivas para la sociedad española, más eficaces para luchar contra la crisis, más integradoras, y sin duda menos humillantes y sin la carga de sospecha de definitivo entreguismo al neoliberalismo que lo que supondría un pacto con el PP.

Ante una cuestión tan crucial como esa, lo procedente es recordar al compañero Bono las excelencias de la fórmula Rubalcaba: Escuchar, hacer y explicar (no sólo hacia fuera, sino también hacia dentro de este partido más que centenario que es el PSOE). Es lo que esperamos de un socialista de tanta veteranía y largo recorrido como acumula el presidente del Congreso.

Sábado 6 de agosto de 2011

http://argumentosptapias.blogspot.com/

domingo, 7 de agosto de 2011

SeR cada día LXVI.

Escrito en el que se hace un resumen de las publicaciones de esta semana en SeR (Socialistas en Red) ###






img logo ser socialistas en red rosa roja
Les presentamos una selección de los escritos de los amigos y compañeros de SeR (Socialistas en Red). Selección acotada entre los días Lunes 1 y Sábado 6 de agosto, ambos inclusive.




























sábado, 6 de agosto de 2011

# Pues que rule.

Día si y día también, el actual sistema nos tiene en un estado de opresión total, el castigo al que estamos sometidos se va haciendo cada vez más duro, y parece que no existe una fórmula capaz de poner freno a ésta sangría, y tampoco los líderes políticos muestran tener los redaños suficientes para poner a éstos chupa sangre entre la espada y la pared y devolver al pueblo la justicia social que se les está arrebatando.

Hoy la ciudadanía esta en fase de indignación, la siguiente fase es la de la desesperación y la tercera y última es la de la revolución, que mucho me temo que de seguir así, no tardará en llegar.

Pero como una gran mayoría quiere evitar la segunda fase que inevitablemente llevaría a la tercera, comienzan a surgir iniciativas que buscan la solución al problema, algunas pueden parecer inocentes o ingenuas, pero al fin y al cabo, son iniciativas y pueden ser totalmente válidas.

La red es el arma de la que disponemos el pueblo y yo dentro de mis limitaciones intentaré poner mi grano de arena para que la imaginación llegue al poder.

Por eso hoy, transcribo literalmente un correo que me ha llegado, y espero que no sea el último.








Idea interesante‏

Me parece una idea genial. Me apunto.

No está nada mal!!!! ¡Curioso, pero no había caído en ello! El mundo está lleno de genios.

¿Qué pasaría si en las elecciones del 2012 -para el Gobierno- al abrir las urnas aparecieran vacíos todos los sobres de los votos para el senado?

La interpretación lógica sería que los españoles ¡¡¡no queremos senadores!!! y por lo tanto desaparecería y nos ahorraríamos el innecesario Senado.

¿Os apuntáis a la idea?

¡¡¡Pues a gozar difundiéndola!!!

Mandemos la papeleta del Senado en blanco. Y, así, se podrá ELIMINAR EL SENADO , ya que, si no sale ningún nombre elegido, no podrá nombrarse a ningún senador. TENEDLO EN CUENTA.

NORUEGA, SUECIA, DINAMARCA, NO TIENEN SENADO, ALEMANIA SOLO 100 SENADORES.

EE.UU. UN SENADOR POR CADA ESTADO.

LOS GRANDES TEÓRICOS DEL DERECHO INTERNACIONAL Y CONSTITUCIONAL OPINAN QUE ES UNA CÁMARA INNECESARIA, PRESCINDIBLE Y QUE ESTÁ EN EXTINCIÓN,

¿ENTONCES POR QUÉ TENEMOS QUE MANTENER A 260 SENADORES?

DE ESTA FORMA AHORRAREMOS 3.500 MILLONES DE EUROS CADA AÑO.

ELIMINAR LA PENSIÓN VITALICIA DE TODOS LOS DIPUTADOS, SENADORES

Y DEMÁS "PADRES DE LA PATRIA ".

ELIMINAR A TODOS los diplomáticos excepto un embajador y un cónsul en cada país.

(No es posible que gastemos en esto más que Alemania y el Reino Unido).

Con eso, y con rebajar un 30% las partidas 4, 6 y 7 de los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO

(transferencias a sindicatos, partidos políticos, fundaciones opacas y varios)

se ahorrarían más de 45.000 millones de Euros y no haría falta tocar las pensiones ni los sueldos de los funcionarios, como tampoco haría falta recortar 6.000 millones de Euros en inversión pública.

CON LA MITAD DEL DINERO QUE EL ESTADO SE AHORRARÍA CON ESTAS MEDIDAS, SE ACABARÍA LA CRISIS EN ESPAÑA

Por el cambio de la ley electoral, y por una democracia participativa de verdad, donde nuestra opinión, la de los ciudadanos, sea lo que gobierne, no una papeleta cada cuatro años y que hagan con ella lo que quieran sin dar cuentas ni explicaciones.

Por el cambio de la ley electoral, y por una democracia participativa de verdad¡

Espabilemos de una vez ! ¡ No sigamos dormidos y aletargados !

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Es mejor viajar lleno de esperanza... que llegar