Tanto la reforma laboral como la reforma de las pensiones, han sido los temas de mayor calado y controversia ciudadana durante los últimos meses. De la ineficacia de la primera son tristes testigos los datos de la EPA y las listas interminables en las oficinas de empleo, de la necesidad de la segunda no hay argumentos irrefutables ni certezas absolutas más allá de la percepción y necesidad de mayores esfuerzos para alcanzar una jubilación más precaria. En todo caso, cuando la política aborda estos asuntos es percibida como algo que nos afecta directamente y entonces, los sentimientos emergen con mayor crudeza y la desazón se instala en buena parte de la ciudadanía aunque siendo sinceros, tampoco parece que nos incite a terminar con este vergonzoso silencio, sumisión y trágala permanente.
Hay quien se pregunta si era necesaria esta reforma de las pensiones públicas emprendida por el Gobierno, si era indispensable elevar la edad de jubilación. La cuestión no es trabajar hasta los 67 años, el problema es que nos hacen dudar si nosotros, los plebeyos, tendremos derecho a la jubilación y el hacer recaer en nosotros los dispendios, egoísmos y la mala gestión de otros. En este apaño hay quien nos recuerda la existencia de otros sindicatos, de otras organizaciones distintas de las que han plasmado, avalado y certificado este robo.
Si Blanca Flores nos ofrece unas aclaraciones con respecto al gasto en pensiones, Miguel Álvarez, en la gran farsa de la reforma, argumenta que nuestros dirigentes piensan, como lo hacían los del franquismo, que los españoles no gozamos de la ciudadanía plena y que precisamos de su tutelaje. El caso es que, de tanto apretarnos el cinturón, y observar el trabajo como un castigo, la izquierda se nos va por las alcantarillas y observamos con desasosiego que tenemos, como señala Paco Piniella, un Gobierno incapaz de buscar salidas desde la izquierda a la crisis económica.
Como se podrá comprobar en una lectura pausada, de los distintos textos, la riqueza de matices y enfoques continúan siendo uno de los baluartes de Socialistas en Red. PERSPECTIVAS SeR, en su nº 4, nos ofrece otra muestra de esta diversidad.
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