sábado, 26 de junio de 2010

Melenas inolvidables.

La mili fue una auténtica putada, después de que me pelasen casi al cero, ya nunca más volví a tener el pelo largo.

Disgustos me costó la melena, con mis viejos, con muchos familiares, con profesores, pero que hostias, que me quiten lo bailado, era libre, que no me daban pasta mientras no me rapase, me importaba un carajo, otros colegas compartían lo que tenían, y cuando me levantaban el castigo era yo el que compartía.

Así eran las cosas, que no teníamos para tabaco, pues acudíamos al remedio de siempre, ¡oye tronco!, ¿me das la pava?.

Realmente no hacía falta mucha pasta para divertirse, ahorrabamos durante unos pocos Domingos, y luego nos corríamos una buena juerga, con un poco de tabaco y un poco de buena música nos dábamos por satisfechos.

De los catorce a los 18 fueron unos de los mejores años de mi vida, después vino la puta droga, que se llevó a unos cuantos colegas por delante, yo no pasé del chocolate, nunca he sabido cuales fueron los motivos por los que nunca tomé drogas de las llamadas duras, siempre sentí rechazo y por ahí no pasé, fue el momento del distanciamiento, ya nunca volvió a ser como antes, aquellos colegas comenzaron a sufrir extrañas mutaciones, ya no eran los troncos legales de unos pocos años atrás.

Apenas me acuerdo de unos pocos, algunos ya no llegaron a la veintena, la mayoría no llegó a cumplir los treinta, de los cuarenta ninguno pasó.

Pero lo que sí recuerdo es aquella música que nos unió y que dejó marcado para siempre el espíritu de libertad que en aquéllos tiempos se respiraba.


















FUERZA Y HONOR.

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.

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